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Los trabajos de limpieza desarrollados en las últimas semanas en la fachada de la iglesia imperial de Santa María de Palacio de Logroño han sacado a la luz unas inscripciones que, aún sin datar, podrían loas o vítores a la Virgen.
Así lo han detallado a Efe el párroco de esta iglesia, Carlos Jiménez, y el encargado de las obras, Álvaro Rodríguez, quien prevé que los trabajos de limpieza y restauración finalicen a mediados de septiembre.
Jiménez ha detallado que esta primera fase, que no incluye ni la aguja ni la torre del campanario, ha contado con un presupuesto de unos 80.000 euros, de los que el Ayuntamiento ha aportado el 35 por ciento y el resto se ha sufragado con ahorros y donativos.
Durante los trabajos, que se prolongarán durante tres meses, se han eliminado la suciedad de las piedras, se han colocado nuevas cornisas, se han tapado grietas y se han rellenado algunas piezas de sillería de la parte baja de la fachada, que se encontraban muy erosionadas.
De color rojo y negro.
Para limpiar la piedra sin labrar se ha utilizado una técnica de proyección de abrasivo, mediante esferas de vidrio, y para los 25 metros cuadrados de la portada se ha empleado otra diferente, con láser, que es menos agresiva, ha indicado Rodríguez.
Las pinturas en color rojo que han aparecido son similares a las que existen en la fachada de la concatedral Santa María de la Redonda, ha explicado este sacerdote, y aluden al nombre de la virgen: Inmaculada Concepción de María.
También han aparecido otras pintadas o abreviaturas en color negro, que podrían ser firmas de los monaguillos o personas que han tenido acceso a la portada y supondrían "una especie de grafitis" que aún no sabe si van a ser conservados por los restauradores, ha agregado.
La historia del templo.
Esta iglesia debe su nombre y el título de imperial al rey emperador Alfonso VII de Castilla y León, quien en 1155 donó su palacio, casa y heredades de Logroño a la Orden del Santo Sepulcro para la construcción de una Iglesia.
El templo se remató con un cimborrio piramidal de ocho lados de estilo gótico, conocido popularmente como "la aguja" de Palacio, que desde el siglo XIII da identidad al perfil del Casco Antiguo de la ciudad.
En 1520, el rey Carlos I de España y V de Alemania visitó Logroño y, en esta iglesia, juró guardar los fueros y privilegios de la ciudad.